miércoles, 8 de diciembre de 2010

COMENTARIOS A LAS LECTURAS DE EMILE DURKHEIM Y ADA ABRAHAM

LA TAREA DOCENTE: ¿QUIEN LA HACE Y PARA QUE?

Sin duda alguna el reconstruir una práctica docente como todo proceso que implica explorar lo nuevo no se da de manera lineal ni direccional; conlleva en muchas ocasiones tener que replantear continuamente nuestras propias concepciones en nuestro trabajo y sus diversas interrelaciones que guarda con otros aspectos de la sociedad.
Sobre este principal eje giraran las reflexiones plasmadas en este escrito. En un primer acercamiento pareciera ser que los temas abordados en las dos lecturas revisadas y comentadas en este fin de semana no presentan una relación directa con la problemática de investigación que llevamos a cabo; sin embargo algunos de los planteamientos revisados nos recuerda que difícilmente podemos separar y analizar cualquier aspecto de la educación sin tomar en cuenta a prácticamente todos las demás variables que en ella participan.

Un ejemplo de lo anterior lo encontramos en la lectura de EMILE DURKHEIM. EDUCACION Y SOCIOLOGIA. En la concepción de educación que el maneja pudiera establecerse una yuxtaposición entre el tipo de discurso que establece con el que actualmente estamos construyendo en esta fase de trayecto formativo en la maestría; sin embargo cuando él hace referencia a la necesidad de replantear y actualizar los fines de la educación nos obliga reconsiderar el paradigma teleológico en el que queremos inscribir nuestra propuesta de innovación en nuestros contextos educativos. Observemos lo siguiente:

Si empezamos preguntándonos cuál debe ser la educación ideal, abstrayendo toda condición de tiempo y lugar es que admitamos implícitamente que un sistema educativo no tiene nada de real en si mismo…Nos figuramos que los hombres de cada tiempo lo organizan voluntariamente para realizar un fin determinado; que si esta organización no es en todas partes la misma, es porque la gente se ha equivocado sobre la naturaleza del objeto que conviene perseguir, o sobre los medios que permiten alcanzarlo” (Pág. 60-61)

Uno de los puntos más débiles de la delimitación del problema y la construcción del marco teórico de mi investigación es el muy limitado panorama que presento acerca del contexto en que surge la reforma educativa para el nivel bachillerato (RIEMS).  De igual manera los grandes propósitos que persigue la reforma en cuanto al perfil del egresado se refiere parecieran ser que en algunas partes brillan por su ausencia. Este será un aspecto muy importante a complementar en mi trabajo.

Otro de los puntos rescatables de la lectura mencionada es el hecho de que ubica la figura del docente como el principal agente educativo con todo y la enorme responsabilidad que recae sobre sus hombros. Una de esas responsabilidades tiene que ver con el hecho de tener que lidiar con una práctica que cada vez aumenta en grado de complejidad y exigencia, y donde el maestro deberá aprender a no dejarse seducir por esas opciones aparentemente más sencillas que ofrecía la escuela tradicionalista. Observemos con atención:

“Pero cuando la educación es paciente y continua, cuando no busca los éxitos inmediatos y aparentes, sino que insiste con lentitud en un sentido bien determinado, sin dejarse desviar por los incidentes exteriores y las circunstancias adventicias, entonces dispone de todos los medios necesarios para impresionar hondamente las almas” (Pág. 93)

De lo anterior pudiéramos comentar que el cambio de paradigma de acuerdo como las reformas; incluyendo la de bachillerato lo proponen implica un rompimiento no solamente con muchas practicas tradicionalistas que lejos de perseguir un aprendizaje más significativo en los alumnos y con atención a la diversidad y diferentes formas de acceder al conocimiento de los mismos; terminan reduciéndose a simple acumulación de información como a la asignación de calificaciones, también implica que el docente debe aprender a reconocer en las aparentes debilidades y obstáculos de su trabajo como aquellas variables que lejos de interferir pudieran establecerse como posibilidad de cambio positivo.

CAMBIO DE PARADIGMA. ¿POR DONDE EMPIEZA?
En la segunda lectura analizamos nuevamente un texto de ADA ABRAHAM (Docente ¿Quién eres? Imágenes nudos e ilusiones. Págs. 13-50) Todo cambio profundo en la profesión de un docente empieza con el reconocimiento de que el docente es una persona. Una persona con características y necesidades muy particulares que no puede ser alienada en aras de favorecer el aspecto propiamente profesional de la misma. Sobre esta idea gira la investigación de la autora que pretende rescatar el papel de la subjetividad del docente en su relación con su entorno y el rendimiento educativo de los alumnos. “En la mayor parte de los casos, el docente muestra una máscara profesional desde que comienza la jornada de trabajo, mascara que luego se quita al terminar las clases… ¡Para muchos es arriesgado ser humano con los estudiantes!” (Pag.18)

Este fragmento refuerza el comentario anterior, debo reconocer que la temática me parece muy apasionante pues pone el dedo en la llaga de un aspecto muy olvidado de nuestra formación docente: La articulación de la persona con el profesional. En esta nueva fase nuestra vida profesional ha sido necesario abandonar un poco esas mascaras que pudieran brindarnos una cierta sensación de seguridad. Bastaría escuchar a algunos de los compañeros (incluyendo al que escribe en este momento) para percatarse que el conseguir el acceso hacia un determinado contexto que se desea observar implica presentarse al alumno de una forma semejante a lo que la autora propone, es decir en palabras de ella con “autenticidad, la solicitud y la atención comprensiva por parte del pedagogo” (Pág. 17)

No creo que no exista docente alguno que no haya cruzado en algunos momentos de su vida profesional la “experiencia laberíntica” a la que hace mención la autora. De todos los momentos de ruptura y aprendizajes significativos en mis ya casi siete años de experiencia, sin duda alguna el tener que adoptar un nuevo modelo de trabajo a partir del verano de 2004 fue uno de los más caóticos. No es el objetivo de este escrito describir pormenorizadamente la forma en que me he tenido que enfrentar a esta nueva realidad en mi vida; sin embargo si pudiera decir que en aquellos momentos se empezó a gestar la problemática que actualmente investigo. Entre todas las variables que intervienen en mi realidad educativa configurando mi propia experiencia laberíntica, ha sido lo que se refiere al inevitable cambio sobre lo que yo he decidido centrarme para intentar analizar dicha realidad y actuar en consecuencia. Coincido plenamente con la autora cuando hace mención a la necesidad de reconocerse y posicionarse adecuadamente dentro del laberinto.

“Solo en los momentos en que se sienten seguros pueden los enseñantes cobrar plena conciencia de la experiencia laberíntica, de su significación, de sus contenidos y de los placeres que ella suscita y solo en esos momentos pueden descubrirla a los demás o aventurarse a analizarla” (Pág. 23).

Si bien la investigación puede ser en unos momento una aventura desalentadora; también puede generar un inmenso placer en aquel se atreve a dar este gran salto en su trayecto formativo como docente. El placer de descubrir algo nuevo en lo cotidiano, el placer de ser participe en una reconstrucción de la realidad inmediata, el placer de encontrar; en palabras de la propia autora: Al sí mismo verdadero.

ENRIQUE MEDINA RIOS.  Maestría Grupo C

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